martes, 21 de diciembre de 2010

Todos tenemos la libertad y la facultad de elegir

“Entre estímulo y respuesta hay un espacio.
En ese espacio reside nuestra libertad y nuestra facultad para elegir la respuesta.
En estas elecciones residen nuestro crecimiento y nuestra felicidad.”


TODOS somos producto de la elección, no de la naturaleza - los genes - ni de la cultura - la educación – o su entorno. Es indudable que los genes y la cultura suelen ejercer una gran influencia pero no nos determinan.

La esencia del ser humano es la capacidad de dirigir la propia vida. La facultad de elegir el rumbo de nuestra vida nos permite reinventarnos a nosotros mismos, cambiar nuestro futuro e influir con fuerza en el resto de la creación.

Cobrar conciencia de nuestra libertad y de nuestra facultad para elegir nos reafirma porque excita nuestra sensación de posibilidad y de potencial.

Nos determinamos a nosotros mismos por medio de nuestras elecciones. Si hemos entregado nuestro presente al pasado, ¿también debemos entregar nuestro futuro?.”

Por ejemplo, puede que tengamos un jefe totalmente despreciable. Las circunstancias de nuestro trabajo quizá no sólo sean desagradables, sino también injustas. Sin embargo, mediante el uso acertado de nuestra libertad de elección, podemos modificar estas circunstancias e influir en nuestro jefe de una manera profunda y positiva o, por lo menos, protegernos de la obsesión o no dejarnos dominar emocionalmente por las debilidades de los demás. El otro camino sino funciona es evidente cambiar de aires.

Si cambiamos de interlocutor, por mujer o marido, la casuística es exactamente igual. Los estímulos, inquietudes son los mismos y las diferentes libertades y facultad de elegir, nos traerá nuestra respuesta seleccionada. Y sus consecuencias, sean positivas o negativas.

La creencia y el paradigma lo tengo asimilado tanto de forma mental como visualizado y disponible en cada instante, para recordarme en cada momento, cada vez que tenga ese input de estímulos, saber que dispongo de dicho espacio y con la asunción de responsabilidad – capacidad o habilidad de obtener una respuesta – pueda con libertad discernir mi destino o consecuencias.


El miércoles pasado, se dilucidaba una reunión, en principio de oyente, pero al final participante de pleno. Entré con el convencimiento de no aportación salvo que mi opinión fuere requerida. Eso sí, en mi blog de notas, aparecía mi paradigma o diagrama partícipe en la entrada y cabecera de este Rincón TI de Siddartha, por si acaso. La historia descrita por mis compañeros, tuvo lapso fugaz de agotamiento y los estímulos empezaron a llegar. Tomé la decisión, con mi libertad y sin darme paso de palabra, empecé a actuar, para complementar a mis colegas y las consecuencias aún me duran. Se produjo una empatía y unas sinergías, que de grabar la escena mucha gente aprendería que significa el concepto de equipo, no de grupo de trabajo. La historia de nuevo volvió a su transcurrir, complementando las debilidad de alguno de nosotros con las fortalezas del resto. Hubo soltura, descripción, evidencias, emoción. Disculpar la redundancia. HUBO equipo.

Personal y profesionalmente mi percepción, expectativas y satisfacción, de hacer las cosas correctas en pro, de unos ideales, trabajo de todos y cada uno de los integrantes del departamento, refrendado en dicha reunión, para mí fue épico. Asentando más si cabe, el paradigma aprendido.


Si lo comentado, fuere la definición de una estrategia previa a establecer una visión. Y contara que la misión que me llena actualmente fuere “Hacer las cosas correctas intentando en cada acción aportar valor al negocio”. Solamente deberíamos establecer cómo desarrollar la estrategia en pro de obtener unos resultados, a través de un plan de acción comentado. Si elucubramos virtualmente, una actividad camuflada de mejora continua, tendríamos a título particular ese dónde estoy, dónde quiero estar y tener el establecimiento de cómo llegar. Si un proyecto, y fuéramos un eslabón, un clip, y fuéramos uniendo dicha cadena de valor con esos integrantes de la reunión y demás compañeros, formando ese verdadero equipo, complementario, hasta dónde podríamos llegar. No habría límite.


Desafío a reflexionar y meditar sobre ese espacio que existe entre estímulo y respuesta y a que lo usen con buen criterio para ampliar sus libertades y seguir en constante crecimiento, siempre aprendiendo y contribuyendo.”


Gracias Sr. Stephen R. Covey por enseñarme a discernir y aprender dicho flujo conceptual, conocimiento innato – de su libro del Octavo Hábito - e intentar ver sus aplicaciones e irremediablemente me empujes a llevarlo a la práctica, adquirir competencias y vivir con sus maravillosas consecuencias, de libertad y elección.

Un saludo

Luis Ignacio Martín de Lope





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2 comentarios:

  1. Luis:

    me gustó especialmente la anécdota que cuentas de la reunión en la que no ibas a participar proactivamente pero que al final decidiste sí hacerlo. Me sentí muy identificado con el espíritu final que conseguista alcanzar y con tu satisfacción por la unión alcanzada con esa intervención.

    Las personas tendemos a ser egoistas y desconfiadas. Nos educaron así: "ten cuidado con..." "no hagas caso a..." "no te fíes de..."; si somos capaces a romper ese paradigma que llevamos tan interiorizado y nos abrimos a los demás, compartimos opiniones, "regalamos" experiencias y conocimiento, descubriríamos un nuevo mundo de sensaciones y agradecimiento. La gente responde muy bien a estos estímulos positivos y con ello se fomenta una unión ¿espiritual? que está ausente en muchas organizaciones.

    Enhorabuena por creer en ese camino. Yo lo descubrí hace poco tiempo (escribiendo en mi blog) y te puedo asegurar que es una de las experiencias más gratificantes que tuve a lo largo de mi vida.

    Un abrazo

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  2. Gracias Juan José;

    Como bien dices todos debemos encontrar nuestro camino, y debemos discurrir por su senda.

    Un fuerte abrazo

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