jueves, 20 de enero de 2011

Todos tenemos la necesidad de sentirnos valorados

La gente responde al respeto. La mayoría de las personas harán casi cualquier cosa por usted si las trata con respeto. Esto significa aclararles que sus sentimientos son importantes, se respetan sus preferencias, y que sus opiniones son valiosas. El respeto reconoce la habilidad de la otra persona o el potencial a contribuir. Escuchar a otras personas y promover sus intereses por encima de los suyos refleja su respeto, además tiene potencial para que usted y ellos tengan éxito. Otra parte importante del sustento es darle a la gente un sentido de seguridad. Uno da su confianza si está seguro de usted o no. Virginia Arcastle “cuando uno hace que las personas se sientas seguras, importantes y apreciadas, no necesita que menosprecien a otros para aparentar que son mejores”. La integridad es una parte importante para que las personas se sientas seguras. Se debe mostrar reconocimiento y apreciar a otros.

Helen P. Mrosla una monja maestra contaba su experiencia con Mark Eklund, un estudiante al que le enseñó en tercer grado y luego matemáticas en la escuela secundaria.

Un viernes en el aula, el ambiente no era bueno. Toda la semana nos habíamos esforzado mucho en un nuevo concepto, y percibí que los estudiantes estaban frustrados consigo mismos, y se sentían incómodos entre sí. Tenía que detener esa incomodidad antes de que se descontrolaran. Así que les pedí que escribieran en dos hojas de papel los nombres de los demás compañeros, dejando un espacio entre cada uno. Entonces les dije que pensaran en la cosa más genial que se les ocurriera respecto a cada uno de los compañeros de clase y que las escribieran.

Hizo falta el resto del período de clase para terminar la tarea, pero mientras los estudiantes salían del salón, cada uno me entregó su papel …

Ese sábado, escribí el nombre de cada estudiante en una hoja de papel, y anoté lo que el resto dijo acerca de ese individuo. El lunes le di a cada estudiante su lista. Algunos tenían dos páginas. Antes que pasara mucho tiempo, toda la clase sonreía. “¿De verdad?” escuché susurrar. “¡Jamás pensé que eso le resultara significativo a alguien!”. “¡No sabía que le cayera también a los otros!”

Nadie volvió a mencionar los papeles en la clase. Jamás supe si los discutieron después o con sus padres, pero no importaba. El ejercicio cumplió su fin. Los estudiantes nuevamente estaban felices consigo mismos y entre sí.

Este grupo de estudiantes prosiguió adelante. Años más tarde, después de regresar de unas vacaciones, mis padres me recogieron en el aeropuerto. Mientras nos encaminábamos hacia casa, mamá me hizo las preguntas acostumbradas del viaje: Cómo estuvo el clima, mis experiencias en general. Hubo un vacío breve en la conversación. Mamá miró de reojo a papá y simplemente dijo. Los Eklund llamaron anoche, comenzó. De verás. No había oído hablar de ellos en años, me pregunto como estará Mark. Mi padre respondió en voz baja. Mataron a Mark en Vietnam, mañana es su funeral y sus padres quieren que asistas. Hasta el día de hoy puedo señalar el punto exacto en la autopista en dónde mi padre me comentó dicha noticia.

Nunca había visto un combatiente en un ataúd militar… la iglesia estaba llena de amistades de Mark. ¿Por qué tenía que llover el día del funeral? Ya era bastante difícil estar al lado de la tumba. El pastor pronunció las oraciones acostumbradas, y el trompetista ejecutó el toque militar fúnebre. Uno por uno, todos los que amaban a Mark caminaron por última vez al lado del ataúd y lo salpicaron con agua vendita. Fui la última en bendecir el ataúd. Mientras estaba parada allí, uno de los soldados que cargó con el ataúd se me acercó. ¿Usted era la maestra de matemáticas de Mark? Asentí mientras continuaba viendo el ataúd. Mark me habló mucho de usted.

Después del funeral la mayoría de los compañeros de clase de Mark salieron a la granja de Chuck a almorzar. La madre y el padre de Mark, estaban allí esperando, obviamente, por mí. Queremos mostrarle algo, sacando una cartera de su bolsillo. Encontraron esto en su cuerpo cuando lo mataron. Creímos que lo reconocería.

Al abrir la billetera, sacó con cuidado dos gastadas hojas de papel de libreta obviamente fueron pegadas, dobladas  y desdobladas en muchas ocasiones. Supe sin mirar que los papeles eran los que había usado para nombrar todas las cosas buenas de cada compañero de clase de Mark había dicho de él. Muchas gracias por haber hecho eso, me comentó la madre de Mark. Como puede ver, lo atesoraba.

Los compañeros de clase de Mark, comenzaron a rodearnos. Chuck se sonrió un tanto tímido y dijo, todavía tengo mi lista. Está en casa, en la gaveta superior de mi escritorio. La esposa de John dijo que se la pusiera en el libro de bodas. Yo también tengo la mía comento Marilyn, está en mi diario. Entonces Vicky otra compañera de clase, buscó en su cartera, saco su billetera y le mostró su gastada y estrujada lista al grupo comentando la llevo conmigo en todo momento. Así como explicitó que todos guardamos nuestras listas. Fue entonces cuando finalmente me senté y lloré.

Esta historia - de aquellos que les haya interesado y llegado hasta aquí pueden sacar sus propias y emotivas conclusiones – está descrita por John C. Maxwell, en su libro “Seamos Personas de influencia”. Se la dedico a una persona, un compañero, que por ciertas circunstancias que no vienen al caso, nos ha abandonado profesionalmente, en busca de otras alternativas y al que apreciaba y consideraba como un auténtico profesional, responsable, buena persona, con sus particularidades como tenemos todos. Pensando en lo aportado por mi compañero, aún resuena el suelo, cien metros antes que llegara a nuestra estancia, pisadas inconfundibles de la llegada y su presencia. Buena suerte compañero.

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1 comentario:

  1. Desde que nacemos, muchos de los que se encuentran a nuestro alrededor, nos intentan poner límites, nos trasladan sus miedos y frustraciones, influyéndonos negativamente; Y a veces nos olvidamos de comunicarle a cada uno cuales son sus virtudes. Nos han educado para esconder nuestros sentimientos, como si eso nos hiciera mas débiles, pero es justo lo contrario.

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