lunes, 3 de febrero de 2014

En cualquier lugar se puede aprender a cómo gestionar un servicio

Ayer tuve una jornada especial con la familia. Disfruté con toda ella, en el circo. Al principio fuí incrédulo, sin ánimo, sin acordarme de mi niñez y de lo tanto que me encantaba cuando era crío. Bueno, esperando pasar una hora lo mejor que se pudiese y, teniendo más en la visión de ver como disfrutaban mis hijas que disfrutar con ellas en el evento. No deberíamos perder nunca, la sonrisa, la creatividad y la forma de experimentar de cuando éramos niños.

No fueron una hora sino dos horas y media. Y si les soy sincero, de mi inapetencia en primera instancia, paso a no olvidarme nunca, ya que uno se dedica a esto del servicio, su prestación y su gestión que en cualquier lugar, sin que te lo esperes, aprendes y tienes la oportunidad de tener grandes ideas a partir de lo que ves y experimentas.

Nunca deberíamos perder la mente de principiante, una actitud esencial para poder desarrollarnos y aprender cada segundo de nuestra vida. Esa actitud debe refrendar a ser alumnos permanentes de lo que nos trae la vida como ejemplos. Asimilarlos. Y por qué no, llevarlo a la práctica.

Como decía del tiempo que me esperaba al final dos horas y media. Y en el descanso - 10 minutos - pues mientras uno se hacía esperaba mientras mis peques hacían acopio de palomitas y otras historias, ví cómo se debe gestionar un servicio. O mejor, me acrecentó más si cabe la forma que tengo de ver - no sé sí mejor o peor - de cómo debe funcionar. 

En 10 minutos, como una línea de montaje el personal del circo, montó cero una jaula de leones. Lástima que no dejaban grabar porque hubiese sido digno de ver en cualquier curso de formación que versa sobre servicios y su gestión. Todos a una, como una línea de montaje, se movía ágil, con la pieza asignada de la jaula e iba viviendo como hacían realidad en esos diez minutos la misma. Con firmeza, determinación, sabiendo cada uno con los ojos creados que debía hacer. Mientras que unos montaban otros revisaban como cualquier auditor de calidad o de proceso como todo estaba en su sitio, de forma perfecta. Increíble.

Luego de ver doce magníficos leones que hizo las delicias de todos, volví a maravillarme cómo en cinco minutos desmotaron de nuevo la pista y la dejaban libre para otra atracción. De nuevo parecían robots en lugar de personas. Cuántas veces lo habrán ensayado hasta que el proceso se realiza a la perfección. 

Al final, gran día de circo. Disfruté y me remonté a mi más tierna infancia. Y esos profesionales del circo me incidieron en lo que uno tiene que realizar y ser cada día. Ser profesional siempre independientemente de las circunstancias y generar o intentar generar valor en cada una de las cosas o actividades que realicemos en nuestra jornada diaria para nuestra empresa y para nuestros clientes. 

Un día irrepetible...un día de aprendizaje ... un día con significación en el que disfrutar con lo que tienes y con lo que haces puede y debe ser una posible misión en nuestras vidas. Personal o profesional, de nuestra vida.









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